El primer libro de Vinicius de Moraes ya tenía en su título el aspecto dramático que impregnaba su poesía juvenil. Con un fuerte interés por las ideas de los intelectuales y metafísicos católicos cariocas de la época, el poeta invierte en largos versos sobre los tormentos de su alma y los conflictos espirituales internos que marcan el tono del grupo. Otávio de Faria, América Jacobina Lacombe, Augusto Frederico Schmidt y Lucio Cardoso fueron algunos de los nombres que formaron parte de la vida y orientaciones intelectuales del joven Vinicius.
Con el primer poema publicado en 1932, en la revista católica A Ordem, dirigida por Alceu Amoroso Lima, quedó sellada, aunque todavía de forma tímida, la carrera como poeta del joven estudiante de Derecho de Catete. Su casi total filiación con los temas católicos hace de su debut un esbozo aún lejano de lo que, en el libro siguiente, de 1935, ya indica un poeta en movimiento. Sus versos van avanzando poco a poco hacia temas más amplios que la cuestión católica. En este libro leemos también a un poeta que mira el mundo a través de la fe, sin perder nunca el punto de vista perturbado del alma.